El mar de arena del Sáhara ha sido escenario de películas y sigue recibiendo a amantes de la naturaleza y la aventura. Las más famosas son las dunas de Merzouga. Se puede viajar en camello o recorrer las dunas en 4x4, degustar el tradicional té y pasar la noche en una jaima beduina bajo las estrellas.

Cerca de Merzouga está la cordillera del Atlas. En sus faldas se pueden visitar las ciudades de Tinghir o Aït-Benhaddou, rincones llenos de tradición por los que el tiempo parece detenerse. Es el destino habitual de los senderistas y montañeros. Existen diferentes rutas según los niveles de experiencia, y escuelas de vuelo en parapente.

Los baños árabes son una experiencia legendaria. Aunque algunas guías aconsejan acudir a los baños populares, los establecimientos de los hoteles son igualmente auténticos y cuidan todos los detalles. En el hammam se podrá experimentar las bondades de un tesoro nacional, el aceite de argán, único en el mundo.

Decir Jemma El Fnaa es decir Marrakech, capital cultural de Marruecos. Es la plaza donde comer, hablar con la población local y escuchar música en directo. Acoge algunos de los monumentos más imponentes del país, como la mezquita almohade Kutubiya y los palacetes coloniales a su alrededor. Marrakech además recibe la mayoría de los vuelos, con lo que supone un inmejorable punto de partida o de fin de viaje.

Los vuelos con destino a Agadir son los favoritos de los viajeros que buscan relax. Dispone de playas con instalaciones modernas y una vibrante escena nocturna con cafés y restaurantes. Tiene amplias zonas para relajarse o pasear en familia, así como escuelas de windsurf e iniciación al submarinismo. Todo al alcance de un vuelo barato.